Balnearios y salud mental

Balnearios y salud mental

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No es nada nuevo. En la Antigua Grecia ya Hipócrates recomendaba el agua fría como sedante para la melancolía y Celso decía que era el remedio para la “locura triste”. Los romanos pusieron de moda el uso de las termas para la relajación. Los árabes heredaron esa cultura termal y popularizaron los hamman, donde el agua era un elemento que ayudaba a conseguir la sabiduría y la pureza.

Los baños relajantes, la armonía del oleaje… la literatura se ha hecho eco del poder sanador del agua en la mente. Basta citar la conocida frase de Karen Blixen, la autora de ‘Memorias de África’, para comprender cómo, en situaciones de angustia, estar rodeados de esa benefactora masa azul puede ayudarnos: “La cura de todo siempre es el agua salada: el sudor, las lágrimas y el mar”, afirmaba la escritora danesa.

 La hidroterapia

Hay una base científica para todo ello, que justo estudia la denominada hidroterapia. Todos conocemos los beneficios que pueden tener los balnearios sobre nuestro cuerpo (mejora respiratoria, de la circulación, de la piel…), pero también pueden ayudar con el tratamiento de distintas enfermedades mentales, ya que la acción del agua repercute en nuestro sistema nervioso.

Eso sí, hay que puntualizar que siempre son terapias complementarias, de refuerzo y que no sustituyen a los tratamientos farmacológicos de ciertas enfermedades mentales. Sin embargo, para determinados casos puntuales de estrés puede ser un “buen chute de endorfinas” que nos ayude a mejorar nuestro estado de ánimo.

 El agua y las endorfinas

No necesitan presentación. Las endorfinas son unas hormonas que repercuten directamente en nuestro estado de ánimo: dopamina, serotonina, oxitocina… Bautizadas como «hormonas de la felicidad», estos neurotransmisores pueden activarse si sabemos cómo. Hacer deporte, recibir la luz del sol, reír o escuchar música nos ayudan a estimular su creación de manera externa. También con el agua.

Por ejemplo, el agua caliente tiene un efecto relajante. Al aliviar los dolores musculares, se puede combatir directamente el insomnio o el nerviosismo. Por su parte, el agua fría activa la circulación y estimula la producción de noradrenalina, una hormona relacionada con el estrés. Pero hay mucho más.

El agua nos permite aislarnos del medio exterior, concentrarnos en el aquí y en el ahora (una de las prácticas defendidas por técnicas como el mindfulness). Por no hablar de la desconexión digital tan necesaria en algunos cuadros de estrés.

Masoterapia

Pero no solo es el agua

En los balnearios también puedes disfrutar de distintas terapias de agua. Los chorros pueden descontracturar la musculatura y así ayudar a relajarnos, mitigar los efectos del estrés y facilitar que conciliemos mejor el sueño.

Además, también se estimula el olfato con distintos aromas y, por lo tanto, se actúa sobre el hipotálamo, el área del cerebro asociada con las emociones, el humor y la memoria. La aromaterapia está muy unida al estado mental. Así, olores como la lavanda, la mandarina o el incienso tienen un efecto sedante.

Por último, no hay que olvidar que los desórdenes alimenticios pueden repercutir negativamente en nuestra salud mental. Una dieta adecuada ayudará en esa búsqueda de paz y relajación.

La temperatura es importante

La hidroterapia también se basa en la combinación de agua caliente y fría.  Los baños en agua caliente o templada reducen las inflamaciones e incrementan los niveles de óxido nítrico en la sangre, bajando la presión arterial, lo que ayuda a la relajación. Por su parte, el agua fría puede activar la rama parasimpática del sistema nervioso: después de un momento estresante como el producido por el contraste de temperatura, el cuerpo se relaja.

También hay varias enfermedades, como la depresión, que están relacionadas con la inflamación crónica, dolencia que se puede aliviar con la terapia de agua adecuada. Si conseguimos más momentos de relax, confort y alivio corporal, se reflejará en nuestra salud mental.

Efecto neurosedante del agua termal

El efecto neurosedante del agua

Las aguas de los balnearios, normalmente templadas, poseen un efecto relajante inmediato: se produce una distensión de músculos estriados o tensionados. Así, se disminuyen las cefaleas, las neuralgias y los dolores musculares, con lo que se incrementa la relajación del sistema nervioso.

Tampoco nos podemos olvidar de los problemas cutáneos: dermatitis, psoriasis… La irritación constante de la dermis puede repercutir directamente en nuestra salud mental. Muchas aguas, en particular las ricas en azufre, pueden calmar estas dolencias.

Si nos encontramos mejor físicamente, se incrementará la actividad de las endorfinas, lo que se traduce en una mayor sensación de bienestar y relajación. Por eso, en los balnearios se producen unas condiciones muy favorables para la reducción de la tensión mental.

Por la desconexión, por la mejora de problemas musculares, óseos, respiratorios o cutáneos, por el aumento de la producción de endorfina, por la actividad física y por el cuidado de nuestra alimentación… Los balnearios pueden ayudar de muchas maneras a mejorar nuestra salud mental.

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