Termalismo y neurociencia: cómo los baños termales pueden influir en la plasticidad cerebral y la salud cognitiva

Termalismo y neurociencia: cómo los baños termales pueden influir en la plasticidad cerebral y la salud cognitiva

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Cuando pensamos en baños termales, solemos asociarlos con relajación muscular, alivio del estrés o tratamientos dermatológicos. Sin embargo, la ciencia está empezando a descubrir que el termalismo también puede tener efectos profundos en el cerebro, especialmente en lo que respecta a la plasticidad neuronal y la salud cognitiva. Sigue leyendo nuestro post para averiguar los beneficios de las agua termales en nuestro cuerpo.

¿Qué es la plasticidad cerebral?

La plasticidad cerebral, también conocida como neuroplasticidad, es la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse en respuesta a nuevas experiencias, aprendizajes o lesiones. Este proceso implica la creación de nuevas conexiones neuronales, el fortalecimiento de las existentes y, en algunos casos, la generación de nuevas neuronas (neurogénesis).

La plasticidad es clave para funciones como la memoria, el aprendizaje, la atención y la recuperación tras daños neurológicos. Y aquí es donde el termalismo entra en escena.

Baños termales como estímulo multisensorial

Sumergirse en aguas termales no es solo un placer físico, es una experiencia que involucra cuerpo, mente y entorno de forma profunda y armónica. Los espacios termales, especialmente cuando están integrados en la naturaleza, ofrecen un escenario perfecto para activar procesos beneficiosos en el organismo, entre ellos, los mecanismos de neuroplasticidad: la capacidad del cerebro para adaptarse, regenerarse y fortalecer conexiones neuronales.

🧘‍♀️ Temperatura controlada: el calor suave y constante de los baños termales activa el sistema nervioso parasimpático, que es responsable del descanso y la relajación. Esta activación genera una disminución del ritmo cardíaco, ayuda a regular la presión arterial y favorece una sensación general de calma. En este estado, el cuerpo se prepara para descansar, reparar tejidos y recuperar energía, mientras la mente entra en un modo de mayor estabilidad emocional.

🌊 Flotación y presión hidrostática: estar en el agua reduce el impacto de la gravedad, lo que libera al cuerpo de tensiones físicas y permite movimientos suaves y sin esfuerzo. La presión hidrostática, esa sensación envolvente del agua, disminuye el estímulo externo, creando un entorno sensorial más contenido y propicio para la introspección. Esta condición se asemeja a prácticas meditativas o terapias de flotación, donde la atención se vuelve más interna, favoreciendo la conexión con uno mismo y el equilibrio emocional.

🌿 Entorno natural y silencio: la presencia de vegetación, el sonido del agua, la ausencia de ruidos urbanos, etc. Todo esto forma parte del paisaje sonoro y visual que envuelve la experiencia termal. Está comprobado que estos elementos naturales influyen directamente en la actividad cerebral, mejorando la conectividad entre regiones implicadas en la atención, la percepción emocional y la autorregulación. Al mismo tiempo, reducen la actividad de la red por defecto —esa parte del cerebro que se activa cuando divagamos o rumiamos pensamientos—, promoviendo estados de mayor claridad mental y presencia.

Termalismo y neurociencia contemplativa

La neurociencia contemplativa ha demostrado que los estados de atención plena, como los que se alcanzan en prácticas meditativas, generan cambios estructurales y funcionales en el cerebro. Estos cambios incluyen una mayor densidad de materia gris en regiones como el hipocampo, clave para la memoria y el aprendizaje, y una activación más equilibrada de la corteza prefrontal, que regula las emociones y la toma de decisiones.

Los baños termales, cuando se disfrutan con conciencia, pueden replicar muchos de estos efectos. La combinación de calor, silencio, contacto con el cuerpo y entorno natural crea un espacio propicio para la introspección y la presencia. En este contexto, el cerebro entra en un estado de baja excitación sensorial, lo que facilita la reorganización de redes neuronales implicadas en el bienestar. Estudios como los de Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn han mostrado que este tipo de experiencias aumentan la actividad en la corteza prefrontal izquierda, asociada a emociones positivas, y fortalecen el sistema inmunológico.

Evidencia científica emergente

Aunque los estudios que vinculan directamente el termalismo con la plasticidad cerebral aún son incipientes, la ciencia empieza a dibujar conexiones interesantes entre el bienestar termal y la salud neurocognitiva.

📊 Hidroterapia y función cognitiva: investigaciones publicadas en Aging Clinical and Experimental Research señalan que la hidroterapia puede mejorar el estado de ánimo y la función cognitiva en adultos mayores. Estos efectos se atribuyen a la estimulación sensorial, la relajación profunda y la activación del sistema nervioso parasimpático.

🌊 Entornos acuáticos y volumen hipocampal: estudios sobre exposición a entornos naturales acuáticos, como ríos, lagos o piscinas termales, han encontrado una correlación con un mayor volumen de materia gris en el hipocampo. Esta región cerebral es clave para la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional.

🧘‍♀️ Cortisol, estrés y neurogénesis: el estrés crónico eleva los niveles de cortisol, lo que puede inhibir la neurogénesis. Sin embargo, sesiones de baños termales han demostrado reducir significativamente esta hormona, creando un entorno fisiológico más favorable para la regeneración neuronal.

💞 Endorfinas y oxitocina: química del bienestar: el contacto con agua caliente estimula la liberación de endorfinas y oxitocina. Estas sustancias no solo generan placer y conexión emocional, sino que también favorecen la plasticidad sináptica, es decir, la capacidad del cerebro para formar nuevas conexiones y adaptarse.

Aplicaciones terapéuticas

El termalismo está ganando reconocimiento como un recurso complementario en programas de rehabilitación cognitiva, gracias a su capacidad para generar entornos multisensoriales que favorecen la neuroplasticidad. Su aplicación resulta especialmente prometedora en tres ámbitos clave:

🧠 Recuperación post-ictus: tras un accidente cerebrovascular, el cerebro entra en una fase de reorganización neuronal. En este momento clave, los baños termales pueden actuar como aliados del proceso de neurorrehabilitación. El calor, la flotación y el contacto con la naturaleza ayudan a reducir tensiones físicas, mejorar la atención y facilitar la reconexión entre áreas cerebrales afectadas. Además, al disminuir el estrés fisiológico, se incrementa la receptividad del paciente a otras terapias cognitivas y físicas.

😌 Trastornos de ansiedad y estrés crónico: la estimulación térmica activa el sistema nervioso parasimpático, desencadenando una respuesta de relajación profunda. Esto conlleva una reducción significativa del cortisol, mejora del estado de ánimo y liberación de neurotransmisores como la oxitocina y las endorfinas. Estos efectos ayudan no solo a aliviar síntomas emocionales, sino también a favorecer la regeneración neuronal y el equilibrio neuroquímico.

👵 Envejecimiento cerebral y prevención de demencias: en personas mayores, el termalismo ofrece una estimulación física y sensorial que favorece la conectividad cerebral y fortalece la reserva cognitiva. El entorno natural y las actividades suaves asociadas al baño termal ayudan a mantener activas las funciones cognitivas clave. Además, es un escenario ideal para integrar terapias de estimulación cognitiva que potencian memoria, atención y función ejecutiva.

En una época en la que el ritmo acelerado nos desconecta incluso de nuestro propio cuerpo, regalarse un baño termal es mucho más que un lujo: es un acto profundo de presencia. La temperatura envolvente, el silencio, la textura del agua en la piel... cada estímulo suma y convierte ese momento en una experiencia que el cerebro reconoce como valiosa, regeneradora.

Y no se trata solo de placer. La ciencia empieza a confirmar lo que muchos intuían: que esos minutos de quietud, de atención plena en contacto con el entorno, tienen el poder de fortalecer las conexiones neuronales, mejorar el estado de ánimo y abrir espacio para el descanso emocional. En ese ritual tan sencillo de sumergirse en agua caliente, hay un potencial inmenso para cuidar la salud mental desde lo sensorial, lo natural y lo humano.

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